martes, 2 de diciembre de 2008

CONFIAD EN EL SEÑOR.

ECLECIASTICO 2: 8-9

Los que teméis al Señor confiad en él,
y no os faltará la recompensa.
Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.

Palabra de Dios. Te alabamos Señor.  (Biblia La Nueva Jerusalén).

Oración de los fieles.

Cuan grande y misericordioso eres oh Dios que prometes
y cumples tus promesas. Hoy, te decimos te amamos 
por tu gran misericordia. Por ello hoy
al comenzar esta oración queremos que de la mano de la 
Santísima Virgen María, San José, los santos y los ángeles
lleguen a ti nuestras bendiciones, nuestro agradecimiento,
nuestro amor.
Acabamos de comenzar el primer domingo
de Adviento que significa la esperanza, la expectativa de que
como iglesia nos estamos preparando para la mas grande
de la promesas: la llegada de un niño Dios que viene a salvarnos,
a redimirnos, a vivir con nosotros, entre nosotros y a darnos
lo mas grande del cielo: una madre, un padre, el perdón de
nuestros pecados, a transformar nuestros corazones 
para encender la luz que alumbre la obscuridad de este
mundo indigesto por la confusión, el error, la maldad, 
el materialismo, las guerras. 
Tu que prometiste darnos a un Enmanuel, un Dios con 
nosotros, lo has cumplido y pedimos perdón por no haber
entendido que viniste para ser nuestra luz, nuestra 
única esperanza, nuestro castillo y refugio nuestro Dios
en quien confiamos. Alumbra pues, por esas promesas a
la iglesia, a los hermanos sacerdotes, religiosos a quienes
ungiste para ser los testigos de tu luz y llevarla a los mas 
pobres y necesitados. Por piedad dános ese santo temor,
esa confianza de que tu luz nunca se apagará en nosotros, 
en nuestros hogares, en las familias, en los pueblos.
Que nuestros corazones se abran en esta esperanza para
recibir tu luz, tu gozo, los bienes y la misericordia, durante
este tiempo de Adviento, en este nuevo  renacer de la iglesia 
santa y peregrina, que tu creaste y de la cual nos prometiste 
que las puertas del infierno no prevalecerán jamas: 
Reyna pues Oh Señor en cada corazón, para nuestro bien y 
para la gloria de tu divino Hijo Jesús, nuestro Señor, 
nuestra luz y nuestro eterno y divino Amor. Oh señor
Espíritu de Dios alúmbranos, dirígenos, guía nuestras vidas.
Que así sea para todos los que siguen estas promesas y sus familias.
Amen.
Tenemos la certeza de que tus promesas se cumplen, 
y de que todo lo que pedimos a ti Padre en el nombre de
Jesús y para su gloria, ya se nos  has dado.
Te rogamos por los enfermos de Sida, por los enfermos de cáncer,
diabetes, arterioesclerosis múltiple, artritis o cualquier otra enfermedad
que alguno de los hermanos padezca en estos momentos, cúralos, sánalos,
por tu sangre y tus llagas poderosas.
Dirígete por tu gran misericordia, a cada uno de ellos para que 
tengan siempre el calor de tu luz, la certeza de que estas en ellos 
y que son curados por la fé, la misericordia y el santo temor que 
has sembrado por amor en cada uno de  nosotros. 
Vive y reina con tu luz, Señor de la vida, donde quiera que hayan 
guerras para que tu luz siembre la paz, donde hay secuestros y 
tiranías siembres la libertad, la justicia social, la reconciliación, 
donde haya odio, resentimientos siembres la reconciliación y tu amor. 
Que donde haya muerte des la vida, donde haya  pobreza lleva la riqueza,
donde hay injusticias pongas la justicia social y el órden,
ya que tu oh! Divino Amor de la luz eres el Rey de todos los reyes 
y gobiernos de la tierra.  Rey de reyes y Señor de señores. y solo en ti
creemos y solo a ti seguimos. Gracias por ser nuestra luz, y nuestro 
divino Amor.