lunes, 29 de marzo de 2010

A LOS VENCEDORES LES DARE UN LUGAR CONMIGO EN MI TRONO.

APOCALIPSIS 3, 21.

"A LOS QUE SALGAN VENCEDORES LES DARÉ UN LUGAR CONMIGO EN MI TRONO, ASÍ COMO YO HE VENCIDO Y ME HE SENTADO CON MI PADRE EN SU TRONO".

LUCAS 22, 44
JESÚS ORA EN EL GETSEMANÍ.
En medio de su gran sufrimiento, Jesús oraba aún mas intensamente, y el sudor le caía a la tierra como grandes gotas de sangre.

MATEO. 27, 27-30
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Palacio y reunieron toda la tropa alrededor de él. Le quitaron toda su ropa, lo vistieron con una capa roja, y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían:
-¡Viva el Rey e los judíos!.
También lo escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza. Después de burlarse así de él, le quitaron la capa roja, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

JUAN 19. 17-18.
JESÚS ES CRUCIFICADO.
Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado "Lugar de La calavera" ( que en hebreo significa Gólgota). Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, quedando Jesús en el medio.

LUCAS 23. 44-46
MUERTE DE JESÚS.
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgo por la mitad. JESÚS GRITÓ CON FUERZA Y DIJO: -¡PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU!. Y AL DECIR ESTO MURIO.
PALABRA de Dios. Te alabamos y bendecimos Señor.

Nota: Hemos escogidos estas lecturas para recordar y celebrar durante la Semana Santa estos misterios dolorosos donde nuestro Señor Jesús da su vida y se entrega para nuestra salvación y nos deja una promesa extraordinaria que no podemos olvidar.
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ORACION Y REFLEXION DE LOS FIELES:

"A LOS QUE SALGAN VENCEDORES LES DARÉ UN LUGAR CONMIGO EN MI TRONO, ASÍ COMO YO HE VENCIDO Y ME HE SENTADO CON MI PADRE EN SU TRONO. "
CUANTO AMOR ¡Oh Dios! cuanta misericordia. Contigo se cumplían todas las profecías. Todo está consumado y fuiste a prepararnos ese lugar . Por ello hoy unimos nuestros corazones y nuestras voces para decir "¡Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era y es y ha de venir!"
"Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad existen y han sido creadas." Porque fuiste sacrificado, y derramado tu sangre redimiste para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación. De todos nosotros hiciste tu reino e hiciste sacerdotes para nuestros Dios y reinarán sobre la tierra.
Por ello Señor por tu muerte en cruz, por tu sangre derramada en la cruz eres digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Y por ello Jesús amado, Divino tesoro, esta semana queremos recordar y nunca olvidar que no es una semana de vacaciones sino una celebración para conmemorar que tu mi Dios sentado a la derecha del Padre eres santo, eres digno de recibir todas las alabanzas y todo el poder por siempre y por todos los siglos Amen.
Tu, que eres ese Amen del Padre y que nos llamas a un compromiso real para que Dios pueda realizar sus planes; haznos pues esos instrumentos de los planes de Dios.
No permitas que la maldad se anide en nuestras vidas y en nuestros corazones. No dejes que la sociedad siga intoxicada con las falsas creencias, con la confusión que reina en las ideologías, en las erradas interpretaciones de las Sagradas Escrituras. La ciencia y la tecnología están al servicio del poder humano, de su vanagloria, del orgullo. Las ciencias políticas están corrompidas, los medios de comunicación están al servicio del escándalo y del dinero, Es el dios del poder y del dinero lo que priva en el mundo de hoy. Todos queremos tener la verdad absoluta sin tomar en cuenta que es tu Verdad la que cuenta, la que es cierta y única.
Por ello, Señor, enséñanos a caminar en tu verdad, que en esta semana santa podamos reflexionar sobre nuestras vidas, que podamos arrepentirnos y hacer un alto en lo que te ofende y nos hace indignos ante ti.
Ayúdanos a ser vencedores: a vencer la maldad, el pecado, el orgullo, la maledicencia, las ofensas, el desamor, la cobardía, el miedo, las injusticias, la falta de compasión, piedad. Danos fe, danos valor, danos la victoria.
Que en esta semana santa podamos meditar tu vida, pasión y muerte. Ayúdanos mi buen Jesús y recibe de las manos de nuestra madre María y San José, de los ángeles de la guarda nuestras oraciones y peticiones particulares de cada uno de los que seguimos estas promesas para que seamos vencedores y victoriosos.
Te rogamos por el Papa Benedicto XVI y todos los sacerdotes, religiosos y religiosas para que sean bendecidos y que puedan llevar a tu rebaño a la santidad del encuentro contigo.
Rogamos por la conversión de los que no creen, no esperan y no confían, por los enfermos, por los médicos, por los políticos y por toda la humanidad.
Todo esto te lo pedimos para glorificarte, alabarte y bendecirte siempre. Amen.
(En este momento puedes hacer tu propia oración, cierra tus ojos y dile al Señor cuanto sufres y cuanto deseas ser parte de su reino).
Puedes tener la seguridad que el Señor te ama y quiere sanarte, liberarte, y hacerte parte de esta promesa. Acéptalo como tu Señor y salvador. Dile cuanto lo necesitas. Y no nos olvidemos que, "El Señor interviene para corregirnos, a fin de que no seamos condenados junto con este mundo" 1Co,11-32


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NOTICIAS DE INTERES:
COMPARTIMOS ESTA INFORMACION, ES NUESTRO DEBER INFORMARNOS SOBRE LO QUE LOS MEDIOS PUBLICAN SOBRE NUESTRA IGLESIA CATOLICA.

El “NEW YORK TIMES" . SE DESMIENTE EN SUS ATAQUES CONTRA EL PAPA.

La reconstrucción de los hechos ofrecida por Riccardo Cascioli en “Avvenire”

ROMA, lunes 29 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La documentación publicada por el New York Times desmiente la tesis según la cual el cardenal Joseph Ratzinger no fue suficientemente enérgico al gestionar el caso de un sacerdote estadounidense culpable de haber abusado de numerosos niños.

Es la conclusión a la que llega el periodista italiano Riccardo Cascioli al analizar, en un artículo aparecido el pasado viernes 26 de marzo en el diario Avvenire, el servicio del diario neoyorquino objeto de las recientes discusiones.

Según el New York Times, “altos funcionarios vaticanos – incluido el futuro papa Benedicto XVI – no había expulsado del estado clerical a un cura que había abusado de unos 200 niños sordos, a pesar de que varios obispos norteamericanos hubieran advertido repetidamente que la falta de una acción decidida en este caso podría poner en entredicho a la Iglesia”.

“En realidad, precisamente toda la documentación publicada por el New York Times en su página desmiente esta lectura tendenciosa de los hechos referidos al padre Lawrence Murphy, entre 1950 y 1974 capellán en una escuela para sordos de la diócesis de Milwaukee”, explica Cascioli.

“Los documentos dicen de hecho que los únicos que se preocuparon por el mal realizado por Murphy fueron los responsables de la arquidiócesis norteamericana y la Congregación para la Doctrina de la Fe, mientras que las autoridades civiles habían archivado el caso. Concretamente, la Congregación para la Doctrina de la Fe, implicada en la cuestión sólo entre 1996 y 1997, dio la indicación de proceder contra Murphy a pesar de que la lejanía temporal de los hechos constituyera un impedimento a la norma del derecho canónico”.

Presentamos la reconstrucción de los hechos ofrecida por Riccardo Cascioli en Avvenire.

Todo comienza el 15 de mayo de 1974, cuando un ex estudiante de la St. John’s School para sordos presenta una denuncia sobre los abusos realizados sobre él y sobre otros chicos por Lawrence Murphy entre 1964 y 1970, pero – según se ha publicado – tras una investigación, el juez encargado archiva el caso. La diócesis de Milwaukee en cambio aleja en seguida al padre Murphy, con un permiso temporal por motivos sanitarios (hasta noviembre de 1974) que sin embargo se convierte en definitivo. Una carta de la diócesis de Superior en 1980 explica que Murphy vive en Bounder Junction (Wisconsin), en casa de su madre, aunque continuaba ejerciendo el ministerio sacerdotal ayudando al párroco local.

Mientras tanto, sin embargo, las denuncias ante la diócesis de Milwaukee se multiplican y entre julio y diciembre de 1993 Murphy es sometido a cuatro largos interrogatorios por los responsables de la archidiócesis, acompañados por psicólogos expertos en pedofilia. Surge de ahí un cuadro clínico de “pedófilo típico”, que recomienda un tratamiento psicológico para maníacos sexuales y también un acompañamiento pastoral/espiritual, además de una restricción de la actividad ministerial. Del informe de los interrogatorios se desprende que había 29 denuncias de menores: Murphy admite “contactos” sólo con 19 de los niños implicados. De los documentos sucesivos se tiene la demostración de que la archidiócesis de Milwaukee prosigue sus investigaciones intentando precisar la realidad y la magnitud de los hechos, y el 17 de julio de 1996 el obispo Rembert Weakland escribe al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, pidiendo iluminación sobre el caso de Murphy y sobre otro – no relacionado – de otro sacerdote, acusado de crímenes sexuales y financieros.

Monseñor Weakland hace referencia a la denuncia de 1974, y explica que sólo recientemente ha tenido conocimiento del hecho de que ciertos crímenes sexuales tuvieron lugar durante el sacramento de la Confesión, por lo que había encargado oficialmente a un sacerdote de la diócesis, James Connell, llevar a cabo una investigación en profundidad (el decreto es de diciembre de 1995). Un obstáculo a la verificación de los hechos – afirma monseñor Weakland – procede de la comprensible reticencia de los chicos y de la comunidad de la St John’s School en hacer públicas circunstancias embarazosas. Monseñor Weakland se dirige a la Congregación para la Doctrina d la Fe para pedir una aclaración sobre la jurisdicción en este caso de “crimen de solicitación” (canon 1387), y si es competencia de la diócesis o de la Congregación.

De los sucesivos documentos parece que la carta no llegó nunca a la mesa del cardenal Ratzinger y del entonces monseñor Bertone, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En todo caso, a falta de una respuesta, la archidiócesis de Milwaukee sigue adelante su camino y el 10 de diciembre de 1996 informa a Murphy de que el 22 de noviembre se había abierto un procedimiento penal eclesiástico contra él con un tribunal creado ad hoc. La petición de la acusación es la “expulsión de Murphy del estado clerical”.

El problema que se plantea, sin embargo, es el de la prescripción de los crímenes cometidos, por lo que según la norma del derecho canónico no se podría proceder. Pero el arzobispo de Milwaukee tiene intención de conseguir una derogación del canon teniendo en cuenta la situación física y psicológica de las víctimas. Intención avalada después por monseñor Bertone en la carta del 24 de marzo de 1997. A finales de 1997 el proceso pasa a la diócesis de Superior, pero el presidente del tribunal sigue siendo el mismo de Milwaukee, Thomas Brundage. De los documentos presentados por el New York Times se muestra claramente la intención de las autoridades eclesiásticas de Milwaukee y Superior de proceder de la forma más rápida posible para legar a un acto de justicia y de reparación para las víctimas y la comunidad de la St John’s School.

Mientras tanto, Murphy escribe una carta al cardenal Ratzinger (12 de enero de 1998), pidiendo la anulación del proceso contra él porque la Instrucción de 1962 prevé, para comenzar la acción penal, un plazo de 30 días desde el momento en que se presenta la acusación. Murphy afirma además que – además de estar arrepentido – está gravemente enfermo y vive retirado desde hace 24 años. Por lo que pide que al menos no se le expulse del estado clerical.

El 6 de abril de 1998 monseñor Bertone escribe a monseñor Fliss, obispo de Superior, en nombre de la Congregación para la Doctrina de la Fe explicando que – tras haber examinado atentamente el caso – no existe un plazo para la acción penal tal y como aducía Murphy, por lo que el proceso puede continuar, aunque – añade Bertone – hay que tener en cuenta el artículo 1341 del Código de Derecho Canónico, según el cual una sanción penal debe ser aplicada sólo tras haber constatado que no sea “posible obtener de modo suficiente la reparación del escándalo, el restablecimiento de la justicia y la enmienda del culpable” con otros medios.

Monseñor Fliss responde el 13 de mayo a monseñor Bertone afirmando que, conforme a cuanto indica la Congregación, es necesario un proceso a Murphy teniendo en cuenta la gravedad del escándalo y el gran dolor infligido a la comunidad católica de la St John’ School.

Se llega por tanto al 30 de mayo, cuando en el Vaticano hay un encuentro entre monseñor Bertone, el subsecretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe Gianfranco Girotti, y los prelados norteamericanos afectados por la cuestión. Del acta del encuentro se desprende que en la Congregación hay dudas sobre la posibilidad y la oportunidad del proceso canónico, dada la dificultad de reconstruir los hechos sucedidos 35 años antes, sobre todo en lo que respecta al crimen en el confesionario, y dado que no existen otras acusaciones desde 1974 en adelante. Bertone por tanto, como conclusión del encuentro, resume las dos líneas fundamentales que aplicar: una restricción territorial para el ministerio sacerdotal (en la práctica Murphy debe quedarse en Superior) y una acción decidida para obtener el arrepentimiento del sacerdote, incluida la amenaza de “expulsión del estado clerical”.

El obispo de Milwaukee escribe aún el 19 de agosto a monseñor Bertone para ponerle al corriente de las medidas tomadas para llevar a cabo las líneas indicadas por la Congregación, e informarle del hecho de que su diócesis seguirá haciéndose cargo de los costes para apoyar las terapias a las víctimas de los abusos sexuales. Finalmente, el 21 de agosto Murphy muere, cerrando definitivamente el caso.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]
PUBLICADO EN ZENIT.

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"HE CONFESADO AL DIABLO"
Historia ganadora del concurso de “Anécdotas sacerdotales”

ROMA, lunes 29 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la historia ganadora del concurso "Anécdotas sacerdotales", convocado por el portal el portal Catholic.net, en el que han participado exclusivamente presbíteros que han presentado un total de 820 narraciones provenientes de 78 países.
El ganador del concurso es el padre Manuel Julián Quiceno Zapata, de la diócesis de Cartago, Colombia. Recibirá como premio una peregrinación a Tierra Santa.
Ésta y las demás narraciones semifinalistas y finalistas serán recogidas en un libro que se publicará próximamente. Además, muchas otras historias serán publicadas en Catholic.net durante lo que queda del Año Sacerdotal.

" HE CONFESADO AL DIABLO".

De lo que viví antes de confesarlo, recuerdo lo siguiente...
Como párroco de un pequeño pueblo, frecuentemente, cada domingo, salía por las calles y aprovechaba para saludar a la gente, dejándoles una catequesis escrita, especialmente a aquellos que por diversas razones no acudían al templo.

En aquella parroquia dedicada a San José, muchos tenían una costumbre que cumplían sin falta cada domingo, como si fuera un deber. Esto era tomarse "unas frías" -así llamaban ellos a la cerveza-. Por tanto, era fácil saber dónde encontrar este tipo de "fieles", y entre ellos estaba también él.

Cierto día, al terminar mi recorrido, se acerca una señora para preguntarme si había reconocido al "diablo". Según ella, yo lo había saludado y él había recibido uno de los mensajes que yo repartía. Yo no había visto al "diablo", o por lo menos no recuerdo haber visto a ninguna ni a ninguno que se le pareciera.

En otra ocasión necesitaba ir al pueblo vecino para ayudar a un hermano sacerdote, pero el coche de la parroquia se había averiado y por ello necesitaba a alguien que me transportara.

Vaya sorpresa cuando, al preguntar a algunas personas quién podría ayudarme con este servicio, inmediatamente un niño me dijo: «Padre, si gusta llamo al "diablo" para que se lo lleve». No se imaginan lo que pensé en aquel momento. Parecía una broma, pero luego acepté la propuesta y ese día lo vi por primera vez...

Por un buen rato guardé silencio, pues era la primera vez que hacía un viaje así. Además pensé: ¿de qué puedo hablar con el diablo? Al poco tiempo le hablé, pero parecía más una entrevista que un diálogo. Ese día, antes de terminar el viaje y sin decir nada, dejé en su coche un escapulario de la Virgen del Carmen.

En adelante lo veía por todas partes; ya lo reconocía y, aunque siempre lo invitaba a la misa, él siempre me decía: "ahora no, algún día lo haré, tengo mis razones".

El tiempo pasó, y cierto día un niño que esperaba en la puerta del templo me dijo que alguien me necesitaba urgentemente y que no quería irse sin antes hablar conmigo. El niño me explicó que se trataba de un enfermo grave. Entonces, rápidamente busqué todo lo necesario para la visita.

Cuán asombrado quedé cuando, al llegar a aquel lugar, descubrí que el enfermo grave que hacía varios días esperaba al sacerdote era Ramón, aquel a quien llamaban "el diablo"; un hombre del campo que había vivido situaciones humanas muy difíciles. No recordaba cuándo ni por qué le habían empezado a decir así, pero él se había acostumbrado. Ahora, postrado en una cama, padecía de un cáncer terrible y se acercaba a su final.

Recuerdo muy bien lo que él me dijo aquel día: «Padre, ¿me recuerda? Soy aquel que llaman "el diablo", ¡pero mi alma no se la dejo a él; le pertenece a Dios! Por favor, ¿me puede confesar?».

Fue un momento muy especial, pero aún más cuando vi lo que apretaba en sus manos mientras lo confesaba: un escapulario; precisamente aquel que yo le había dejado en su coche. Ahora él lo portaba en su viaje a la eternidad. Luego, en aquella casa también pude ver una hoja sobre la confesión, una de aquellas que yo mismo le había dado un domingo al mediodía.

Qué grande y misterioso es Dios. Obra en silencio y con sencillez, pero además nos permite compartir con todos el don que nos ha dado. Y ese día todo el pueblo lo comentaba (y también yo lo pensaba): ¡he confesado al diablo!

P. Manuel Julián Quiceno Zapata.
PUBLICADO EN ZENIT.